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CapítuloUno.:

Un profundo sentimiento de perplejidad e inquietud atestaba la mente de la pequeña, que quieta, en medio del pasillo principal, miraba atenta y curiosa a toda aquella multitud que caminaba a su lado con paso enérgico y algo exasperado.

Algunos le dedicaban saludos con dulzura, como también otros, ni se percataban de su existencia. Aun así cuando la mayoría de los rostros que veía pasar frente a sus ojos le parecían ligeramente familiares, la pequeña no lograba comprender, ‘’¿Podría esto ser un simple juego’’ ‘’¿Porqué nadie me ha invitado a jugar?’’ – concluyó con sus puros e inocentes pensamientos – mientras se removía ansiosa dentro de su delicado vestido de seda.

Y entonces, cuando la frustración y la timidez de apoderaron de ella, cuando no supo de dónde sacar valor para consultar algo tan simple como, ¿Qué sucede?, la grácil figura de su madre le extendió su mano. La pequeña tomo de ésta esperando consuelo, y respuestas a sus interrogantes. Su madre la conduce por el extenso pasillo del salón, en donde colgaban variadas piezas de arte de su padre, el piso del salón resplandecía y su madre iluminaba y calmaba a la pequeña que se encontraba agradecida por la aparición de su madre en aquel arrebato de confusión.
Cuando la madre llegó a su destino, la niña observó frente a sus ojos la gran puerta de la habitación de su padre, ésta, miró hacia los ojos de su madre, con un delicado ademán para que pasara dentro y una cálida sonrisa, se dirigió a su hija:

- ‘‘Tu padre quiere hablarte mi vida’’ – y luego de esas palabras se marchó.

La gran puerta de madera de roble con elegantes entresacados se alzaba imponente frente a la menuda niña, que con timidez habitual, empujó un tanto la puerta para asomarse, y entonces, la voz de su padre resonó como un coro de ángeles, como el sonido del riachuelo en las piedras, como la aurora y el crepúsculo

- ‘‘Acércate hija mía, debo hablarte cariño’’ – La niña, inundada de una infinita confianza, se aventuró a entrar. Pero, la siguiente imagen que sus ojos lograron captar, y su cerebro procesar, fue terrorífica.

Sintió que sus extremidades inferiores temblaban y sus rodillas perdían su firmeza, no sabía bien que sentir ni hacer en aquel instante.

Su padre tosió...

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